Y apareció, él ... un nuevo sortilegio de ardores que tiemblan, con sólo revivirlo en instantes pasados y presentes, mínimos, huye. Hasta el último y miserable anhelo de explorar sus rincones libidinosos, perversos; no es ángel, no es demonio.
E insiste en endulzar su boca con mi sexo, que se abre escarlata a la timidez vencida, tan húmeda.
Y apareció, él... con toda la nueva dificultad de aunar los tiempos y las traiciones. No existe la culpa en las paredes de nuestros encuentros; si se agigantan y aplastan lujuriosos a los fantasmas que quieren oscurecer nuestros vientres. Vientres que se descubren desesperados en una diabólica pasión santa.
El final, presente desde el principio, como una verdad inevitable, un morir que se hace desesperanza con el paso del tiempo. No hay silencio, aún, sólo gemidos. Todavía hay dilataciones, todavía es un corto y erecto tránsito, todavía estamos vivos en las dudas y en la agonía; pero... es tan difícil volver cuerpo al deseo.
SOFÍA LANDSMAN
1 comentario:
bueno seguro no soy él, pero pasé a saludarte lunita...
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