modelo: Tony Ward
fotógrafo: ROBERT MAPPLETHOPER



El amor es un asunto de entrañas. Un vértigo sagrado en el follaje glandular.

LEDA VALLADARES


TREVOR WATSON

Cuando un pecho calza en otro pecho,
cuando una mirada entra milenariamente en otra
todo el universo se ajusta.

Entonces la gloria es una cama
unas sábanas que tienden el misterio de dos.

LEDA VALLADARES
(1923)

CUENTOS EXTREMADAMENTE CORTOS




RITA

A Rita, recién declarada anorgásmica por su esposo, la sorprendió una gota de rocío cuando injustificada-mente se le deslizó por la ingle.
Fue la última vez que escuchó a su marido


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VERÓNICA

Se cansó de fingir.
La primera defunción de ego la sufrió su marido al descubrir el fraude.
La segunda su suegra, cuando él repartió su antigua sonrisa adolescente al lograr que de verdad ella recuperara el placer.

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ÉXTASIS

Cuando se le cae el bretel no se da cuenta que su pecho queda expuesto.
Ese joven transeúnte se queda boquiabierto mirándola extasiado.
Al darse cuenta, Julia, descubre que no es tan tímida como cree, porque no se sonroja, se humedece.
Permanece largo rato exhibiéndose hasta lograr que él sea el ruborizado.
En plena calle los dos hierven de deseo, el uno por el otro. Ninguno se anima acercarse (y sí, algo de tímida le queda).
Finalmente ambos concluyen como siempre, solos, en la intimidad de sus baños.

VALY WAINER

XII

a Alan de Vermount..................................................
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cuervos en mi mente

sobre su querido cuerpo

es el gran frio de la noche

lo negro
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pasión de nuestros señores

los deseos
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(1936-1972)
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IRMA





Caminando al trote de las obligaciones, Irma transpira soledad. Mira fijo el infinito y condecora con orgullo su trabajo de ama de casa. Pero es ella sola la que se esmera por resaltar lo maravilloso de sus tareas domésticas; la familia navega en la cotidianeidad de la perfección del hogar sin atender al empeño y al esfuerzo que significa.
Cuando llega la tarde, la diaria tarde y la inmersión en el planchado, prende la TV y naufraga en las novelas de turno que se encadenan una a una hasta las seis, para arrojarle un salvavidas de pasiones inventadas.
Irma, prevenida, tiene un pañuelo hecho un bollito guardado en la manga para urgencias, no sea cosa que la sorprenda una lágrima.
Guarda con pasión a Carlos Alberto, a quien le sucede luego la sinuosa vida de Amanda, llorando estrepitosamente por el amargo destino de Juan Horacio que no será liberado por la malvada Ana Laura. Después endulzan el goteo de sus ojos. Paula Marcela cuando recupera a su tan ansiado Ricardo, y nunca apaga el televisor sin deleitarse antes con la belleza de Pablo, arrancador profesional de suspiros femeninos.
Pero hoy jueves la vida le hace trampa, se corta la luz de toda la cuadra, no plancha, no TV.

Y ahora qué podrá hacer si el resto de la casa está impecable.
La atrapa la angustia, sus neuronas con telaraña comienzan a sacudirse y el cuerpo enmohecido se mira en el espejo esquivando la imagen de la rutina. Iluminada por el sol, ve a una extraña, demacrada y deslucida. No comprende quién es ésa. Busca con desesperación en el cajón de la cómoda la esperanza. Se tira encima todo el perfume de emoción que encuentra y sale a la calle en busca de…  ella misma.
En la vereda de enfrente se encuentra con tres o cuatro Carlos Albertos y a dos cuadras recoge del suelo una lágrima de Amanda, la guarda en la manga junto a su pañuel, él sabe qué hacer con el llanto inerte.
Camina largos recuerdos y no puede alcanzarse. Cruje ante la tempestad de su historia sin quejas. Lame la oportunidad que abandonó sin ver.
De pronto, un viento fuerte le acomoda el cabello y le endereza la espalda se yergue su figura y se dibuja el aura. Recupera SU nombre: el “Casela” vuelve a ocupar su lugar destituyendo el de propiedad “de Cardoso”.
Juan Horacio le guiña un ojo, ella bosteza la indiferencia y le regresa entusiasmo; todavía hay hombres que la miran, se asombra.
Pablo, el galán incandescente, la toma sorpresivamente de la cintura, la mira directo desde el interior de su mirada color habano y sin permiso le inscribe un beso en los pétalos de los labios de la reminiscencia.
Se le cae un ruego “más” y Pablo se enreda en el tumultuoso despertar de esta mujer, desincrustando en ella los besos laborales.
Los invade el delirio, el entusiasmo, la vehemencia, caen al piso rodando encadenados de amor, y ahí, en medio de la calle, sin inhibiciones, la intensidad del deseo se precipita hacia fuera sin obstrucción y se acarician cada hectárea de materia. Se funden.
Nadie se asombra, ni siquiera los miran de reojo.
Irma siente la erección de sus pensamientos, se acurruca en un rincón de su pasado, se pone feliz del hallazgo y se entrega a la turgencia de sus pechos, y la espera ansiosa de su vientre irritado. La llegada de Pablo a su cálido umbral sabe que va a marcar el regreso absoluto de la impunidad que otorga la pasión.
El olor a hombre que hacía tiempo no se permitía inhalar desprende una novedad ya conocida y olvidada, ella también tiene orgasmos.
Regresa con el trofeo de haberse hallado. Entra a su casa y ve un enorme ramo de flores en el centro del corazón del marido que estira el brazo entregándoselas. Qué extraño, olés a Pablo.

VALY WAINER




(1896)


PERO ELLOS NO PUEDEN

Hoy me desperté con problemas existenciales y mientras me bañaba, mi marido me gritaba "que donde está su corbata bordeax", los chicos se peleaban gritando - "¡mamá... Gastón me tiró con un camionsito! Pablo me pegó primero, etc.", el agua caliente se cortó de golpe porque - Marta (la señora que me ayuda, o complica más la existencia con sus propios problemas) abrió la canilla de la cocina. Pero como buena mujer poliglota de acciones y pensamientos YO PENSABA - ¿qué es la vida? ...y es algo que primero nos prestan nuestros padres, la roban nuestros novios, se la guarda nuestro marido, la alquila nuestros hijos y después termina pudriéndose en un cajón de un geriátrico...
Mientras me ponía las medias y la enganchaba con mi uña, (la cual no pude limarme ya que no me queda tiempo ni para eso) y siguiendo en mi línea de pensamiento tan profunda decidí que en realidad la vida me había premiado haciéndome mujer, claro, si no hay nada más fácil que la vida de una mujer. Por ejemplo: fuimos bendecidas con el embarazo, la dulce espera. Es maravilloso, de golpe un día nos despertamos con asco, nauseabundas, sin ganas siquiera de abrir los ojos porque te mareas, pero tenemos un trabajo o una casa, quizás otros hijos y hay que comenzar el día. Así que en pié... y al suelo, se va la primera, en realidad el primer desmayo, y cómo lo último que podemos imaginarnos es que fuimos bendecidas con la manufactura de ¡¡UN HIJO!!, seguimos andando.
Empezamos a sospechar que algo crece adentro cuando vemos un perro rengo por la calle y lloramos como si hubiéramos perdido un pariente en un terrible accidente. Y lo peor seguimos llorando durante todo el embarazo.
Dejamos de fumar, claro cómo hacer fumar a nuestro bebe, pero es bien sabido que quien deja de fumar sustituye su ansiedad con comida y engorda cual porcino, agregando un embarazo de por medio terminaremos pareciendo un sapo, no mejor dicho un escuerzo. ¡Pero qué lindo es estar embarazada!
Palabra prohibida mencionar un sencillo dolor de cabeza, si de cualquier manera como solucionarlo si las aspirinas tampoco nos son permitidas. Pero si algo tiene de bueno la dulce espera es que hacemos un tour completo por absolutamente todos los baños de la ciudad de Buenos Aires, que lindo es levantarse en la mitad de la película para una peregrinación al toilette.
¡Qué bueno!, se han de cumplir nuestras fantasías, cuando viajemos en colectivo nos cederán el asiento. Claro que no en los primeros tres meses porque no se nota; obvio en la panza, ya que por lo mal que nos sentimos nos merecemos más que un asiento una cama. Ahora ya en el segundo trimestre es diferente, tampoco nos dan el asiento porque temen meter la pata si lo nuestro es gordura o un embarazo, por más que nos esforcemos y pongamos las manos en nuestro vientre resaltando que tenemos un tripulante la gente o se hace o es tonta.
Llegando al final del embarazo, el último trimestre, nos volvemos tan voluminosas que llegamos a perder el equilibrio cayéndonos en la calle de narices por que el centro de gravedad de nuestro cuerpo insiste con jugarnos malas pasadas.
Contracciones, ¡¡ja!! Que lindas que son, esas que no son de parto, las otras las que sirven solo para molestar, esas que nos agarran en el supermercado y no nos permite empujar el carrito ni un centímetro más, y en esos inmensos lugares que ni siquiera hay una sillita solidaria. Luego de la gran hazaña llegamos a casa con la mitad de las cosas ya que por razones más que obvias no podemos cargar con todo, y le pedimos al padre de nuestro inquilino intrauterino que por favor nos acompañe la próxima al super, ¿su respuesta cual debería ser? "No hace falta que vayas en una sola vez, podés ir en varias". En fin.
Por suerte como todo, el embarazo no es eterno, tan solo dura ocho meses y un siglo, (o aquellas que lo experimentaron no están de acuerdo con migo, que el último mes dura un siglo), y a parir se ha dicho.
¡¡¡¡¡SAQUENMÉ ESTO DE ADENTRO, NO AGUANTO MÁS EL DOLOR, QUIEN ME MANDÓ A MÍ A EMBARAZARME mailto:&*Ç=#$¨{+=~º*&ç@[^#$#`ª$%!!!!!!!!!
La que lo vivió no le hace falta explicaciones.
El médico, ese bendito criminal que no va a correr riesgos y nos corta para que no nos desgarremos, igual en medio de tanto griterío, dolor, etc. a quién le importa unos puntos por ahí abajo. La desgracia viene después, una vez que nos llenamos de amor, abrazamos a ese ser que no sabemos porque en el instante en que le miramos los ojos estamos completamente enamorados de él o ella (pobresita le tocó ser mujer). Es luego de ese momento que descubrimos qué es la episiotomía, lo que tiran los puntos, cuanto arde si tenemos que hacer pis, claro que no olvidemos el estirón; por un agujerito de unos pocos centímetros salió una cabeza vaya a saber con que gigantesco diámetro.
Las más cancheras, que no son primerizas y cayeron en la trampa por segunda vez, lo que no imaginan, es que existe algo llamado entuerto, AAAHHHHH, como duelen cuando el bebé se prende a la teta sumado a los gases que empujan desde adentro, más las hemorroides por el esfuerzo, más el pánico que nos causa la idea de hacer algo tan simple como caca, el dolor que nos queda en la espalda por la pinchadura de la peridural, socooooorrrrro quien miércoles nos mandó a ser mujer.
Viene la parte linda, esa donde mami se conecta con el bebito mientras le da la teta, que amor sentimos cuando lo acercamos, y que delicia cuando se prende, mentira como podemos sentir amor en ese preciso instante en donde la bestia se va a prender a nuestra teta y ya sabemos que nos va a producir los entuertos insoportables. Inmediatamente se nos inflan los pechos como dos globos aerostático no solo por el tamaño si no también por la temperatura, no olvidar que junto con la bajada de la leche nos agarra fiebre, luego las turgencias dolorosas y la leche que se atasca y hay que sacársela sí o sí porque puede producir mastitis. Y cual es la forma, ordeñarnos cual vacas, en mucho no diferimos, ya que aún tenemos panza de embarazadas sin llevar a nadie alojado adentro, a la altura del pecho tenemos ubres, o un bar lácteo, y doscientos kilos de más que nos quedaron. Solo nos falta mugir.
Y bueno mejor que exprimirnos y ponernos compresas de agua caliente para ayudar a la leche a salir es que nuestro bebito se la coma, y de tanto insistir, los pezones se agrietan, sangran, duelen, y otra vez las lágrimas cada vez que ese tiene hambre.
Ya nos duelen los omóplatos del sobre peso de las mamas, el cuello por la posición para dar de mamar y la vida por no dormir, no comer, no ir al baño no respirar, no peinarnos...
No importa es maravilloso ser mujer, cobrar menos por el mismo trabajo que los hombres, que nos acusen de no hacer nada porque somos simplemente amas de casa, já simplemente, la sencillez de parir y ser madres, total como todas luego de un tiempo prudencial, nos agarra amnesia y reincidimos, si no ninguna tendría más de un hijo.
¿Les hablé de la celulitis y cómo nos queda el cuerpo despues del parto?



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