BASTA DE FINGIR


MITOS SOBRE EL ORGASMO FEMENINO

La sexualidad femenina está tapada por prejuicios. Aquí, especialistas develan el secreto mejor guardado de las mujeres.
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Claudia Selser.


En las películas se ve claro: la mujer, hermosa, se acerca al tipo y le arranca la ropa. Tienen un sexo sin juego, desenfrenado, a horcajadas, contra la pared. Ella hace: ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!, y llega al orgasmo en breves segundos, en el mismo instante que él. "Es un cuento chino, pero lamentablemente, ése es hoy el modelo del goce femenino -protesta Sonia Blasco, médica sexóloga y psicoanalista, investigadora en sexualidad y autora, entre otros libros, de Camino al orgasmo. La sexualidad femenina sin secretos. "Es un modelo totalmente engañoso. La mujer piensa que ésa es la normalidad y como a ella no le pasa eso, cree que tiene que fingir. No tiene el comienzo de una excitación, pero le arranca la ropa como hace la actriz, jadea y grita y ya está todo bien. Y los hombres, que también ven las películas, están totalmente convencidos de que ése es el orgasmo de las mujeres".

¿Por qué? "Ellos están aún más desinformados que ellas, sobre todo cuando son jóvenes, no sólo porque pocas mujeres les hablaron con verdad sobre sus necesidades y deseos, sino porque su propio narcisismo les hace creer que la sexualidad femenina es igual a la de ellos y que la sola potencia de su pene es garantía del goce femenino", explica Blasco.

Las cosas distan mucho de ser verdad, tal como mostró Meg Ryan en la memorable escena de Cuando Harry conoció a Sally: cualquier mujer puede fingir el más intenso de los orgasmos jadeando y retorciéndose sentada a la mesa de un restorán frente a un humeante plato de fideos. Pero ¿todas las mujeres mienten?

Es difícil saberlo en realidad. Es el secreto mejor guardado, incluso entre las mejores amigas. Algunos estudios apuntan a que más del 90% ha mentido por lo menos una vez en la vida. En el Informe Hite sobre sexualidad femenina, de 1970, el 53% de las encuestadas contestó afirmativamente a la pregunta si fingía alguna vez sus orgasmos. ¿La causa? Según Shere Hite: "La enorme presión para que las mujeres tengan un orgasmo durante la penetración vaginal".


¿Por qué mentir?

En 1965, el médico Alexander Lowen, creador de la Bioenergía, escribió desde su experiencia clínica: "La mayoría de los hombres sienten que llevar a una mujer al orgasmo a través de la estimulación clitoridiana es aburridísimo. Que el coito se retrase impone una restricción a su deseo masculino natural de cercanía. Si lo hace durante el coito, el hombre se distrae de la percepción de sus sensaciones genitales. Acariciarla después de haber él tenido un orgasmo tampoco funcionaría, ya que le impide disfrutar de la paz y la relajación que son el premio a la sexualidad". Y este malestar pesa sobre la intimidad de la relación.

"Es frecuente que los hombres se quejen de que sus mujeres son frígidas -'heladeras', 'lentejas', 'tortugas'-y esos calificativos no le hacen bien a nadie. El estigma de la frigidez pesa y por eso, las mujeres mienten", reconoce el psiquiatra y sexólogo clínico Adrián Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH). A pesar de sus más de 20 años en la clínica, sigue sorprendiéndose de que muchas mujeres consulten por anorgasmia, porque su pareja ocasional les exige un orgasmo vaginal cuando ellas no lo han logrado nunca en su vida. "Ellas, que han tenido muchos orgasmos por estimulación clitoridiana bucal o manual, entran en una crisis de duda existencial y, para no dañarle la autoestima a este hombre, comienzan a fingir. con lo cual inhiben toda su posibilidad de obtener placer- dice Sapetti-. Es increíble que todavía las mujeres crean íntimamente que ellas tienen la obligación de darle satisfacción a un varón, aun a costa de renunciar a la suya propia."

El sexólogo cuenta que en el consultorio muchos hombres aseguran que sólo con esta mujer han tenido problemas, porque todas las anteriores tenían con él orgasmos a través de la mera penetración vaginal. "Yo les respondo: 'Querido amigo, al menos la mitad, te mintió: las mujeres precisan, además de la penetración vaginal, estimulación clitoridiana'. Pero ellos se resisten a aceptarlo, sienten que esto pone en duda su virilidad."

El problema es que cuando una mujer decide fingir porque no se anima a decirle a su pareja que necesita más estimulación o que la penetración sola no le alcanza, nace una cadena de mentiras que puede durar años. "Tuve pacientes que fingieron durante diez o veinte años con su marido y después, cuando se dieron cuenta que ellas también tenían derecho al placer, no sabían cómo decir la verdad -dice Sapetti- Pero a una se le ocurrió decirle a su marido que, no sabía porqué pero, desde hacía un mes, había dejado de excitarse, que por qué no consultaban con un sexólogo. Y logró plantear lo que quería, evitándole a su compañero el mal trago de haber sido engañado durante años."


El placer femenino

¿Por qué una mujer debería tener una respuesta sexual igual que el varón si su cuerpo no tiene nada que ver con el del hombre ni su deseo se rige por las mismas cosas que el deseo masculino?, se pregunta Sonia Blasco. "Además, esta el mito, absurdo, de que el orgasmo tiene que ser simultáneo. Puede pasar alguna vez, pero no es frecuente. La sexualidad femenina es diferente a la masculina. No es mejor, no es peor. Es diferente. Tenemos otros tiempos y nuestras zonas sensibles no se despiertan con los mismos contactos... Las mujeres deseamos la penetración sólo después de estar muy excitadas y eso lleva tiempo. Y si no hay algún tipo de roce clitorideo no llegaremos al orgasmo. Para nosotras la penetración es un momento más -tanto más magnífico sin apuro ni coerciones propias o ajenas-, del encuentro amoroso."

Según Blasco, radicada en Estados Unidos y dedicada a la investigación en sexualidad, el encuentro sexual es un momento de gran intimidad (no como pregonan las "comehombres" televisivas) donde cada persona aporta su deseo y su propio camino de satisfacción. "Hasta que la mujer conozca lo que le gusta y cómo le gusta, y reconozca que su manera de sentir es válida, no podrá buscar (hacerse responsable de) su satisfacción y legalizarla con su compañero."

Adrián Sapetti insiste: "Es fundamental que la mujer pueda pedir lo que quiere porque, a veces, el varón la estimula donde él cree que a ella le gusta y, como ella no le dice nada, él sigue repitiendo los mismos recursos y la relación pierde toda posibilidad de encuentro placentero. Ellas temen hacerlo sentir mal, pero no es necesario decirle: 'Eso no me gusta'. Puede decirle: 'Esto me gusta´y, por default, él se va a dar cuenta de que lo otro no le gustaba. Ambos tienen que compartir lo que les molesta y lo que les agrada."