Espías son de nuestro acto los testigos silenciosos,
que observan con atención como socavo tu venus,
y que escuchan los quejidos;
mis sollozos y tu llanto,
nuestras sonrisas, tu canto.
Testigo es aquel espejo que siente suyo el cansancio
causado por nuestras luchas,
y del cual son prisioneras nuestras figuras desnudas,
que se crispan y que tiemblanpor tus saltos y mis saltos.
Es testigo la cortina,
los ojos de los retratos,
el tapiz sobre los muros,
los paisajes de los cuadros;
son las sábanas ajadas,
y lo son también los santos,
que miran desde el altar y nos maldicen pensando
que pecamos, fornicamos.
Sin embargo estos testigos siguen en sus sitios,
tácitos,
hablando con el silencio sin siquiera molestarnos.
Secundando nuestro amor,
nuestra entrega.
Sin contarlo.
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