Me enoja mucho que para ver series de tv donde la gente se caga a palos se liquidan y salpican gente no hay censura, pero si se ve una foto del pene de un hombre y no hablo de sexo explicito, la censura es atroz.
A nuestros amigos de Kamadeva les eliminaron la web de su comunidad por censura, mientras logran solucionarlo los encuentran en:
http://www.facebook.com/eventoskamadeva
erotismo femenino... por qué ellos guiaron a la fuerza nuestro deseo durante siglos... pero siempre se mantuvo intacto en nuestro interior...
COMENTARIO
Extraño tu boca jugosa que
empalaga, los pedazos de amor que entregás a tus propias espaldas,
escondiéndote incluso de vos.
El líquido amnésico de tu
intuición amalgamada de deseo y tu intención de disimular que no sea más.
La prosperidad de tu cuerpo
sobre el mío y la estupidez del que no se note.
Extraño el ímpetu de tus
caderas apunando mi deseo y la magnificencia de tu conducción hacia mi amplio
placer. Las bocanadas de deshielo que le imponés a mi materia. Los elogios de
tu pubis.
Extraño el roce de tu aliento
que lastima mi quietud y la negligencia de mis gemidos indómitos.
Extraño tu mirada impúdica
que me modifica las rimas de nuestros encuentros, amalgamándonos uno dentro del
otro. Los susurros jamás dichos. El sabor de tu lengua, la enumeración de los
desmanes que me provocás.
Extraño el mucho y el todo,
la totalidad de tu presencia. La perfección de tu accionar y la pulcritud de tu
bálano.
Demando más, demando eso que
me mezquinás. Demando no extrañarte y que tus miedos no intervengan. Los pros y
los contras y los “demases” que se
esfumen.
Demando que le hagas caso a
tus quiero e ignores a tus debo.
Demando que te hamaques sobre
mí, que me sometas a ese placer perpetuo.
Demando no extrañarte, a que
no me inventes excusas parapléjicas que ni vos te crees.
Reniego olvidarme de tu
aliento, de la perfecta conjunción que hacíamos el uno debajo del otro. Incluso
reniego de perder el refriego de tu psoas, pendiente de mi ritmo. Del grito
arrancado de mí inconsciente.
Declino lo que siento en pos
de mi placer.
Declino el sabor a revivirte
si me regalás una vez más.
Prometo que la despedida será
veraz, incondicional y solemne. Precoz para mi gusto, pero respetando a tu otro
yo, que te domina, que te cabalga y somete.
Prometo que estas últimas
palabras, son mi última crítica.
Pero también prometo no
olvidarme de tan perfecto placer que me entregaste, de que te extrañé y
demandé. Que renegué y decliné, y sobre todo prometo no volver a prometer.
Valy Wainer
Valy Wainer
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